© Luisa María Charry Valencia.
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Ácido pero divertido
Fue una cosa de locos. Al llegar te dan dos cartas, la principal y la de vino. Al parecer la de vino hacía mucho tiempo nadie la abría, sus páginas estaban pegadas entre sí. Después de mucho mirar una carta enorme llena de propuestas tanto israelíes, libanesas y en general árabes puede acceder a los combinados. Son para varias personas. El mix Turquía se leía provocativo, ese fue.
Pasaron pocos minutos, para sorpresa, y llegó la primera parte: hummus con carne, un gran pan árabe y cuatro "ensaladas": Tabule, Tahini, una de berenjena y otra que tenía pepino, tomate, creo que cebolla.
El hummus es una delicia, entre la suavidad y el placer estaba un toque ácido digno de la combinación del vinagre y el limón. La carne, bien cocida y con un sabor más tosco pero especiado era el contraste indicado.
El pan aunque suave tenía la consistencia adecuada, justo para poder echarle los cuatro acompañantes, los cuatro con ácidos pero perfectos, que si se mezclaban terminaban haciendo una fiesta de sabor. Lastimosamente en las cuatro ensaladas y casualmente en el resto de la comida faltó picante, se supone que hace parte de este tipo de comida, entonces se preguntó y trajeron una adición, la cuarta ensalada, ¡una tacita de una salsa texturizada naranja que realzó el sabor del resto de acompañantes! Era perfecta.
Llegó el plato fuerte: shawarma y kebab de cordero, papas agridulce, couscous adornados con carambolo.
El kebab algo elástico pero delicioso, el shawarma algo basto pero muy rico, los dos especiados. Las papas ¡hermosas! El agridulce fue tan indicado que nunca se presentaron insaboras u hostigantes. El couscous tenía un toque lejano de dulce, con su sabor característico, tierno.
La comida fue más que suficiente para dos personas, fue un festín maravilloso.
© Nicolás Navas y Luisa Charry
